sábado, 5 de marzo de 2011

RESPONSABILIDAD EN ACCIDENTES DE TRÁNSITO

Hace poco escribí al diario Perú21 la siguiente carta:


Miraflores, 27 de febrero, 2011

Señor Fritz du Bois
Director
Diario Perú21
Pte.

Estimado señor Director:

La causa principal de los accidentes en las carreteras son los choferes, es decir, el factor humano, como lo señalan las estadísticas de la policía. Por eso es que el primero en ser detenido cuando hay un accidente de consecuencias mortales hasta que se esclarezcan las causales (como el ocurrido últimamente cerca de Matucana), debería ser el propietario o administrador del vehículo o de la empresa de transporte, porque ellos contratan choferes sin los criterios de exigencia que deberían ser obligatorios, sino que en muchos casos, por ahorrar en sueldos, contratan a personal con poca experiencia e insuficientemente capacitado. No es el caso de todas las empresas de transporte felizmente, porque las hay serias que contratan buenos choferes, por lo menos para defender su inversión en buses.

De otro lado, deberían hacerse más estrictos los requisitos para manejar un vehículo de transporte interprovincial de pasajeros, en términos de edad y de experiencia previa. 40 años debería ser la edad mínima en nuestro país (en otros países es 35 años), así como debería requerirse que el chofer está casado o lleve vida marital,como se exige en algunos países europeos. Eso vuelve a las personas más responsables. ¿Cuál es la edad promedio de los pilotos de los grandes aviones de pasajeros? 50 años.si no es más. Tiene su motivo. Es absolutamente irresponsable confiar a cualquiera la seguridad de decenas de vidas humanas como hacemos nosotros. Por el motivo además, debería exigirse que el chofer tenga un record intachable en términos de infracciones de tránsito, como no ha sido el caso en el accidente reciente, segùn reporta su diario.

Por último, es inevitable que en una vía de doble sentido de solo dos carriles con tantas curvas y puntos ciegos a lo largo de la ruta como la carretera central, ocurran accidentes. Debería construirse una pista indepèndiente para el sentido contrario. Eso lo exige el tráfico intenso que tiene ahora esa carretera. Comprendo que construirla representaría una inversión considerable, pero es la única manera de garantizar medianamente la seguridad en esa carretera de por sí riesgosa.

Atentamente,

José Belaunde Moreyra

ESOS TERRIBLES ESTADOS UNIDOS

Hace años yo tenía un buen amigo a quien yo veía con frecuencia porque nuestras esposas, que eran francesas, se hicieron amigas. Él era ante todo poeta, aunque se había ganado la vida en Francia, y se la ganaba en el Perú, como periodista y traductor. Sin estar involucrado en la política era un socialista convencido, pero su ideología principal era su odio obsesivo por los EEUU, al cual achacaba todos los males que afligían al Perú y al mundo. Siendo un hombre muy culto era difícil sostener con él una conversación amena sobre alguno de los muchos temas que dominaba, porque constantemente volvía sobre su odio obsesivo.

Un buen día recibió una pequeña herencia de un pariente que nunca había conocido, y en lugar de invertirla en algo que pudiera mejorar las condiciones de vida de su familia, decidió que invertiría buena parte de ella llevando a su mujer y a sus dos hijos adolescentes a conocer las entrañas del monstruo, viajando a Nueva York.

A los quince días regresó un hombre cambiado. Aunque apenas salió de Manhattan todo lo que vio lo había maravillado: los rascacielos, el bullicio y la iluminación de Times Square (eso fue hace algunas décadas), el lujo inesperado de las oficinas y de los hoteles, los vericuetos de las callejuelas de Wall Street flanqueadas de rascacielos, el orden del tráfico en las calles, las dimensiones del Central Park en medio de la ciudad, etc. Se podía pasar largo rato describiendo extasiado las empuñaduras de bronce de las puertas de los edificios…Sólo un poeta se fija en tales cosas. Hasta el horrible Subway le pareció bello.

Su antigua obsesión antiyanqui se convirtió en el deseo irreprimible de irse a vivir a los EEUU. Juntó lo que le quedaba de su herencia y se fue con los suyos a una ciudad pequeña del Medio Oeste donde, según había averiguado, podía vivir frugalmente poniendo a sus hijos en un colegio del condado. Yo perdí contacto con él, pero después me enteré de que al cabo de algún tiempo sus amigos parisinos le consiguieron un puesto donde podía ganarse el sustento como antes tecleando en un máquina de escribir. (Eso fue antes de la computadora)

Yo concuerdo con mi amigo poeta que los EEUU son un país con terribles defectos, ¡pero ojalá la Providencia trocara nuestras virtudes por los defectos de los EEUU! En veinte años daríamos un salto hacia adelante que nos colocaría en el umbral del primer mundo.

Uno de los peores defectos de ese país es que allá la palabra vale. Uno no tiene que presentar documentos legalizados para probar que es verdad lo que uno afirma. Basta con decirlo, o firmar una escueta declaración jurada. ¡Y le creen a uno! Son francos y sinceros, de puro ingenuos, y mentir puede costarle a uno caro.

Allá no cultivan el arte delicioso de vivir pateando latas en que nosotros somos expertos. Al contrario, uno de los peores delitos para ellos es lo que ellos llaman “vagancia”, es decir, no tener oficio conocido, como una parte de nuestra recurseada población. Allá todo el mundo trabaja y si no, se muere de hambre. Pero todo trabajo, hasta el más humilde, es para ellos digno. Son hiperactivos; están siempre ocupados, como si fueran unas miserables hormigas.

Respetan religiosamente las reglas del tránsito (porque carecen de imaginación) y nadie le falta el respeto a la policía (porque son unos mensos). Cuando surge un problema inmediatamente tratan de solucionarlo, en lugar de dejar que el problema crezca creativamente hasta que resolverlo se convierta en un desafío estimulante para la imaginación o sea imposible. Nunca actúan improvisadamente sino que todo lo planifican (de puro aburridos que son), y se jactan de cumplir siempre la ley (como si fueran borregos). Encima de eso, allá todo funciona, no cómo acá, donde nunca se sabe y la incertidumbre añade picante a la vida.

Pero lo peor de todo es que todo lo toman en serio. No se les puede hablar en broma porque lo malentienden y se confunden, o se molestan. Además, son incapaces de hablar bien otro idioma que no sea el inglés, lo que los hace parecer tontos (aunque no lo son).

Resumiendo, los EEUU son un país insoportable, terrible. Por eso no entiendo por qué todo el mundo quiere irse a vivir allá. Tratan de colarse como ilegales, o esperan años para obtener una vida de residencia. ¿Será que el mundo está poblado de masoquistas?