sábado, 5 de marzo de 2011

ESOS TERRIBLES ESTADOS UNIDOS

Hace años yo tenía un buen amigo a quien yo veía con frecuencia porque nuestras esposas, que eran francesas, se hicieron amigas. Él era ante todo poeta, aunque se había ganado la vida en Francia, y se la ganaba en el Perú, como periodista y traductor. Sin estar involucrado en la política era un socialista convencido, pero su ideología principal era su odio obsesivo por los EEUU, al cual achacaba todos los males que afligían al Perú y al mundo. Siendo un hombre muy culto era difícil sostener con él una conversación amena sobre alguno de los muchos temas que dominaba, porque constantemente volvía sobre su odio obsesivo.

Un buen día recibió una pequeña herencia de un pariente que nunca había conocido, y en lugar de invertirla en algo que pudiera mejorar las condiciones de vida de su familia, decidió que invertiría buena parte de ella llevando a su mujer y a sus dos hijos adolescentes a conocer las entrañas del monstruo, viajando a Nueva York.

A los quince días regresó un hombre cambiado. Aunque apenas salió de Manhattan todo lo que vio lo había maravillado: los rascacielos, el bullicio y la iluminación de Times Square (eso fue hace algunas décadas), el lujo inesperado de las oficinas y de los hoteles, los vericuetos de las callejuelas de Wall Street flanqueadas de rascacielos, el orden del tráfico en las calles, las dimensiones del Central Park en medio de la ciudad, etc. Se podía pasar largo rato describiendo extasiado las empuñaduras de bronce de las puertas de los edificios…Sólo un poeta se fija en tales cosas. Hasta el horrible Subway le pareció bello.

Su antigua obsesión antiyanqui se convirtió en el deseo irreprimible de irse a vivir a los EEUU. Juntó lo que le quedaba de su herencia y se fue con los suyos a una ciudad pequeña del Medio Oeste donde, según había averiguado, podía vivir frugalmente poniendo a sus hijos en un colegio del condado. Yo perdí contacto con él, pero después me enteré de que al cabo de algún tiempo sus amigos parisinos le consiguieron un puesto donde podía ganarse el sustento como antes tecleando en un máquina de escribir. (Eso fue antes de la computadora)

Yo concuerdo con mi amigo poeta que los EEUU son un país con terribles defectos, ¡pero ojalá la Providencia trocara nuestras virtudes por los defectos de los EEUU! En veinte años daríamos un salto hacia adelante que nos colocaría en el umbral del primer mundo.

Uno de los peores defectos de ese país es que allá la palabra vale. Uno no tiene que presentar documentos legalizados para probar que es verdad lo que uno afirma. Basta con decirlo, o firmar una escueta declaración jurada. ¡Y le creen a uno! Son francos y sinceros, de puro ingenuos, y mentir puede costarle a uno caro.

Allá no cultivan el arte delicioso de vivir pateando latas en que nosotros somos expertos. Al contrario, uno de los peores delitos para ellos es lo que ellos llaman “vagancia”, es decir, no tener oficio conocido, como una parte de nuestra recurseada población. Allá todo el mundo trabaja y si no, se muere de hambre. Pero todo trabajo, hasta el más humilde, es para ellos digno. Son hiperactivos; están siempre ocupados, como si fueran unas miserables hormigas.

Respetan religiosamente las reglas del tránsito (porque carecen de imaginación) y nadie le falta el respeto a la policía (porque son unos mensos). Cuando surge un problema inmediatamente tratan de solucionarlo, en lugar de dejar que el problema crezca creativamente hasta que resolverlo se convierta en un desafío estimulante para la imaginación o sea imposible. Nunca actúan improvisadamente sino que todo lo planifican (de puro aburridos que son), y se jactan de cumplir siempre la ley (como si fueran borregos). Encima de eso, allá todo funciona, no cómo acá, donde nunca se sabe y la incertidumbre añade picante a la vida.

Pero lo peor de todo es que todo lo toman en serio. No se les puede hablar en broma porque lo malentienden y se confunden, o se molestan. Además, son incapaces de hablar bien otro idioma que no sea el inglés, lo que los hace parecer tontos (aunque no lo son).

Resumiendo, los EEUU son un país insoportable, terrible. Por eso no entiendo por qué todo el mundo quiere irse a vivir allá. Tratan de colarse como ilegales, o esperan años para obtener una vida de residencia. ¿Será que el mundo está poblado de masoquistas?

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